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Bajo el mismo ciclón

AP Photo/Ramón Espinosa

Conozco de vientos fuertes y sostenidos que azotan mi Isla bañada por aguas cálidas. Sé de marejadas constantes que dificultan el rumbo de los pescadores. Existen sistemas cuya trayectoria se desconoce y destruyen.

No hay fase de alerta ni alarma capaz de impedir que un fenómeno meteorológico destruya viviendas que apenas pueden llamarse hogares. La pobreza se enlaza con la miseria.

En estos días he visto tierras ocultas que limitan en mi mente las palabras equidad e igualdad, que colocan signos de interrogación sobre frases que trascienden en el tiempo y que la realidad arranca como techos que nunca fueron techos.

Hay imágenes que estremecen, que obligan a agradecer lo que tenemos. No digo lo poco, porque poco es lo que he visto en esas tierras. Me duele vernos fragmentados por una línea que divide a las provincias en el mapa.

Para lo arduo que resulta la vida, merecemos al menos calidad. Y justamente eso no fue lo mostrado en esas historias de vida, así como tampoco lo fueron las acciones de aliento de muchos artistas de este país.

Vivimos bajo un cielo gris con altas precipitaciones; sobrevivimos gracias a nuestra propia fuerza, y creo que eso nos define como cubanos.

Por: Lisbel Quintana, estudiante de Periodismo

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